Como te comenté en mi primer artículo, la medicina estética ha crecido muchísimo en los últimos años, y si te digo la verdad, tras la pandemia, hemos notado un incremento importante en la demanda. Tal vez se deba al hecho de que tantas video llamadas nos han hecho observarnos interminables horas en la pantalla de nuestro ordenador, porque digámonos la verdad, cuando estamos en una de esas interminables sesiones de video reuniones (sean del tipo que sean) nos pasamos la mitad del tiempo mirándonos a nosotros mismos y no a los demás… ¿A que sí?
Y es así como nos hemos dado cuenta de que tenemos una papada incipiente, o una mancha que no consigues tapar, o una ojeras o bolsas que no hay manera de disimular… algo, y que una vez que nos hemos detectado ese algo que no nos gusta… es que ya no somos capaces de dejar de mirarlo, ni en la pantalla, ni en el espejo, ni en las fotos…. ¡Ya solo vemos eso, aunque nadie más lo note!
Pues bueno, probablemente esto ha hecho que tras la pandemia mucha más gente busque tratar de corregir o mejorar alguna cosa, aunque yo creo que algo también influye esa conciencia de que vida es un ratico y hay que vivirla bien y ahora, y que sentirnos bien con nosotros mismos es una tarea del hoy y una necesidad vital.
Entonces, es fácil buscar ayuda cuando sabes que es lo que no te gusta, que quieres mejorar… pero claro, luego vas y buscas y te encuentras con que hay mil opciones disponibles, y que cada opción está llena de opiniones, tan variadas como tratamientos hay ¿Y entonces? Pues la clave está en la información. Es cierto que la opinión de los pacientes es muy importante, la experiencia personal siempre ayuda mucho, pero si te digo la verdad, en general en medicina, pero sobre todo en medicina estética, las opiniones tienden a ser muy poco balanceadas, porque cuando algo sale bien, el común de la gente no lo cuenta: “he dormido bien, estuve de vacaciones, es una crema nueva que estoy usando”, poca gente dice de frente: “me puse Botox y ácido hialúronico o me hice una blefaroplastia”. Pero cuando algo no sale como lo esperaba, ¡se escriben reseñas, quejas y opiniones variadas! Por eso mi consejo es que pidas opinión a alguien experto en el tema, que te pueda resolver dudas, explicarte que opciones tienes, cual es la mejor, y de las que tengas, que puedes esperar o que puede salir mal.
No existe un solo tratamiento milagroso, ni uno que cumpla con todos los requisitos soñados: rápido (de realizar y de ver el resultado), indoloro, sin recuperación (ni marcas) o económico y definitivo. Algunos cumplen varias de estas condiciones, pero ninguno todas. En general, mientras menos agresivo o invasivo más sutiles los resultados y viceversa. No existe nada definitivo ni permanente, pues no dejamos de envejecer, desde el mismo instante que terminamos de hacer un tratamiento, nuestro proceso fisiológico continua y nuestro cuerpo y rostro va cambiando.
Te empezaré a contar qué tratamientos te podemos ofrecer en OClanda y para qué sirve cada uno.